El Mercurio – El terremoto dañó la autoestima de algunos hombres

El Mercurio – El terremoto dañó la autoestima de algunos hombres


Golpe a la «masculinidad»:

El terremoto dañó la autoestima de algunos hombres

Una reacción normal frente a una situación de estrés extremo es el miedo o quedar paralizado. Cuando son los hombres los que «fallan», la culpa en ellos es doble. Expertos dan las claves para enfrentar el problema y salir fortalecido.  
Gabriela Bade Que una mujer llore, grite o simplemente tenga una reacción muy nerviosa frente a situaciones como el terremoto del 27 de febrero es parte de un libreto socialmente aceptado. En cambio, si quien pierde el control o queda paralizado es el hombre de la casa, es otra cosa.

Pero el miedo, el desconcierto frente a este tipo de hechos, la perplejidad -si se quiere-, está dentro de las reacciones normales que se espera tengan las personas que viven un evento de estrés extremo como éste.

«Ojalá a los hombres se les permitiera quedar en shock y paralizarse, expresar sus emociones. Estas respuestas no son de cobardía, sino de respuesta a un fenómeno de alta intensidad», dice la psicóloga Ana María Arón, académica de la Universidad Católica y que ha desarrollado un intenso trabajo de contención emocional en terreno con las personas damnificadas en Cobquecura.

«Acá la mayoría de los hombres ha reaccionado como las mujeres. Pero ellos no pueden llorar, ni gritar. Y lo que nos han dicho después es que están muy tensos y muy estresados», cuenta Arón.

Guido Espinoza entiende este sentimiento. «El día del terremoto me quedé en la cama, esperando que pasara. Después mi mujer me dijo que fuera a la puerta del departamento, mientras ella iba a la pieza de los niños. Estábamos en eso cuando se cortó la luz y cayó un jarrón, y aunque me preocupaba que alguien se pudiera cortar, me quedé en la puerta. Finalmente pasó el temblor y los niños lo pasaron en su pieza. Eso me dejó con una sensación muy rara, como de no haber atinado bien».

El juicio interno

Guido no dice haber sentido miedo, pero sí quedó con una sensación rara. Él cuenta que en los días y semanas posteriores al terremoto lo que hizo, o más bien no hizo, le pasó la cuenta: su estado de ánimo estaba muy bajo. Estaba triste, desanimado. «Sentía hasta culpa de tener que ir a trabajar, en vez de estar ayudando», dice.

También fue público el caso de Denisse Quezada, que partió a buscar a su hijo desde Santiago a Curanipe y que no contó con la compañía de su marido. Ella declaró en su momento que «él estaba demasiado nervioso y no le parecía seguro» hacer este recorrido. A lo que ella dijo que «no podía quedarse de brazos cruzados» y partió.

«Ni las mujeres ni los hombres somos perfectos y no podemos reaccionar siempre adecuadamente. Parece que estuviera más permitido, autorizado o fuera más legal que la mujer sí se ponga nerviosa, mientras que para el hombre no es esperable socialmente, ni tampoco para él internamente», dice la psicóloga Viviana Sosman.

El problema del efecto individual, según Sosman, es que «los hombres se sienten muy rápidamente ‘poco hombres’ y no están acostumbrados a tener estas actitudes de vulnerabilidad. El juicio interno puede ser muy destructivo. Para ello se requiere que el hombre se pueda conectar con esos aspectos catalogados de más femeninos, de angustiosos, frágiles. Este ejercicio puede hacerlo más humano».

Lo más importante, según ambas psicólogas, es avanzar. «Todavía hay mucho por hacer. Si se quedaron congelados en el momento del terremoto, lo bueno para ellos es que aún pueden ayudar mucho», dice Ana María Arón.

«Acá hay dos culpas, una que es persecutoria, que no pudo hacer nada, que es un fracaso. Y la culpa reparatoria, que pudiera incorporar en su vivencia lo humano y frágil que puede ser. Esto permite estar en más armonía y perdonar más fácilmente a otros cuando esto les pasa», termina Sosman.

La empatía del entorno»El terremoto deja en evidencia que hay cosas que no podemos manejar», dice la psicóloga Viviana Sosman. Por lo tanto, en los distintos ambientes en los que las personas se mueven tiene que haber comprensión y contención con aquellos a quienes les cuesta enfrentar estas situaciones. «En los trabajos, en las familias, tiene que haber comprensión», sigue la psicóloga.

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