Reconocimiento mutuo

Reconocimiento mutuo

klimtTanto las madres como los hijos necesitamos ser reconocidos como sujetos con necesidades, sentimientos y vivencias propias.

Para el crecimiento mental y la diferenciación de los hijos es fundamental romper con el mito de la madre idealizada y sacrificada, que está a entera disposición de sus hijos. “El reconocimiento mutuo del otro como un legitimo otro, debe darse desde el inicio de la vida…”, afirma en varios de sus escritos la psicoanalista norteamericana, Jessica Benjamín, concepto que me parece muy ilustrador para educar validando nuestra subjetividad y la de los nuestros.

Es necesario que las madres miremos a nuestras guaguas, niños y adolescentes con perspectiva como una persona, distinta, diferente y única. Nos demos el tiempo de tratar de saber quienes son, pero a la vez los eduquemos para que ellos también nos reconozcan como otro diferente, con sentimientos y vivencias específicas. Somos iguales y diferentes a la vez.

Hoy no se discute la importancia de poner límites claros al niño y al adolescente. Se trata de una madre que reconoce tanto sus deseos, necesidades y pensamientos como las de sus hijos. Actualmente se insiste en la importancia de una madre sujeto, imperfecta que esta consciente de su independencia y respeta la de su descendencia.

Antiguamente el amor maternal tradicional, era estimado único y diferente al del padre, tenía como principal característica el hecho de que la madre era capaz de anteponer todos sus intereses frente a los de sus hijos.

Esta concepción de maternidad ha generado consecuencias muy delicadas, porque da pie para el desarrollo de un tremendo individualismo y egocentrismo, los hijos se creen “el hoyo del queque”, son muy regalones y sienten que todo gira en torno a ellos. Desarrollan con la mamá un amor posesivo, asumen al otro como extensión y propiedad de sí mismos y después repiten esa manera de relacionarse con sus parejas, amigos y compañeros de oficina.

Constantemente veo en la consulta la dificultad que tenemos para pensar en los otros. Una paciente de 35 años, Carolina, llegó entre triste y enojada a sesión, no entendía lo que le pasaba con el marido. Fuimos analizando hasta que finalmente me dijo: “Sabes Vivianano me duele tanto lo que hizo, me duele que no se detuvo a pensar en que eso para mí iba a ser muy doloroso. Me da rabia y entristece que actúe como si estuviera sólo, que pase por encima, que no considere mis necesidades y sentimientos. ”

Seguimos trabajando con Carolina, y vimos que a su marido le costaba mucho ponerse en el lugar de ella, y que en general en sus relaciones actuaba de esa manera, “sin ver al otro”. Conversaron y él reconoció su dificultad, le dijo que de verdad no quería hacerla sufrir y que esto también estaba afectando sus relaciones laborales y que iba a evaluar la posibilidad de recibir ayuda profesional.

La capacidad para ponerse en el lugar del otro es vital en todo tipo de relaciones y se aprende en el vínculo con la madre. Reconocer el dolor, la rabia, a frustración, la alegría y/o el bienestar de la otra persona es crucial. Debemos educar la empática desde que nuestros hijos son pequeños.

Viviana Sosman.

Psicóloga Clínica y Conferencista.



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