Viviana Sosman, sicóloga: «La educación sexual debe iniciarse en la primera infancia»

Viviana Sosman, sicóloga: «La educación sexual debe iniciarse en la primera infancia»

Revista Cosas

Sin duda, uno de los temas más difíciles de abordar con los hijos es el de la sexualidad. Sin embargo, la ausencia de una oportuna conversación con los padres o la evasión del tema también es una manera negativa de educar. 

Por: Paula Bengolea

«Yo hablaré de sexo con mis hijos cuando sea su momento», ésa es la frase o excusa recurrente que ocupan los padres para evadir una temática que los complica y asusta. Sin embargo, aunque este tipo de conversación no resulta fácil para los padres, evadirla o posponerla hasta que los hijos ya son adolescentes es un gran error.

“La sexualidad es un componente de la personalidad humana que se manifiesta de diferentes maneras desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida. Los seres humanos somos intrínsecamente sexuales y la expresión de esta sexualidad puede ser sinónimo de felicidad o al contrario puede transformarse en algo violento y traumático. De ahí nace la importancia de la educación sexual a una edad adecuada y a través de un mensaje claro. Si los adultos reprenden a sus hijos cuando estos manifiestan parte de esta curiosidad, se está dando un mensaje negativo en torno al cuerpo y a la sexualidad”, afirma Viviana Sosman, sicóloga especialista en adolescentes y jóvenes.

A su juicio, una educación sexual oportuna y honesta permite el ejercicio de una sexualidad más sana y responsable. “Si el adolescente se involucra en una relación sexual sin saber de qué se trata, elige algo desde la ignorancia, lo que puede generar culpa y angustia”, señala la especialista.

-¿En qué momento de la vida tiene origen la sexualidad?
-En general se piensa que la sexualidad aparece en la adolescencia, pero en realidad los seres humanos somos sexuados desde que nacemos. De hecho, nacemos de una relación sexual. Pero es en la pubertad, con el despertar hormonal y todos los cambios, cuando la sexualidad adquiere otra dimensión. La sexualidad tiene tres aspectos: el reproductivo, el erótico placentero y un aspecto vincular. Desde que la madre le da de mamar a su hijo, ahí ya hay una relación de placer, hay sensualidad. No una que lleve al orgasmo, pero sí al disfrute y al erotismo. Desde los inicios, cuando una baña a un hijo y le toca el cuerpo y le habla de sus genitales, ya está haciendo educación sexual sin darse cuenta.

-¿Cuál es la manera más sana de educar sexualmente a los hijos?
-Por ejemplo, cuando uno está bañando a un hijo es muy importante referirse a los genitales por su nombre. Diferenciar el cuerpo con todas sus partes de una manera natural. Cuando uno baña a un hijo y lo toca, uno ya está, como decimos los sicólogos sicoanalíticos, libidizando su cuerpo. Cuando una mamá le pone crema a su hijo, está, de alguna manera, haciendo que ese niño conozca su cuerpo a través de la madre. La primera relación del ser humano con lo erótico es autoerótica y de hecho dura hasta la pubertad. Después lo erótico se da en un vínculo con otro. El pudor es algo adecuado. Una cosa es el pudor y otra cosa es el rechazo al cuerpo y a la sexualidad. Hay que hacer esa distinción.

-Pero la curiosidad sexual de un niño de doce es distinta que en uno de 20.

-Evidentemente que cuando los hijos llegan a la adolescencia uno quisiera que pudieran tener una sexualidad vinculada a los afectos. Eso pasa por cómo ven a sus papás relacionarse, por los comentarios que hace el papá de la mamá, por cómo se habla de la mujer en la casa, las películas que se ven, los temas que se conversan… La sexualidad se está hablando cotidianamente, no es que el papá, el día domingo, diga: “Vamos a hablar de sexualidad”. En la adolescencia uno puede empezar a utilizar oportunidades para hablar de eso y así abrir ciertos temas, pero también respetando que hay aspectos que los adolescentes no quieren hablar con los padres. Es bien importante saber que tiene que existir una posibilidad para hablar y un respeto por lo íntimo y lo más propio de cada uno.

-Ha dicho varias veces que la educación sexual debe comenzar mucho antes de la adolescencia. ¿Desde cuándo es recomendable empezar y cuándo el tema pasa a ser una necesidad básica para el futuro sexual de los hijos?
-Lo que ocurre es que inconscientemente estás educando desde el inicio. El cuerpo es uno de los elementos básicos en la sexualidad y en el erotismo; entonces, lo que los padres enseñen a sus hijos con respecto a la relación y el respeto por su cuerpo es fundamental y se inicia en la primera infancia. Entre los tres y los cinco años, los hijos siempre te preguntan de dónde vienen las guaguas y, por supuesto, las explicaciones tienen que ser acorde a la edad mental. Ahí ya estamos hablando de educación sexual.

-¿Qué pasa si el hijo no te pregunta o se avergüenza ante la sola posibilidad de nombrar el tema?
-Hay hijos que preguntan más y otros que preguntan menos. Uno tiene que ir observando. Las mamás y los papás tienen la posibilidad de estar conectados con ese hijo y darse cuenta de lo que está necesitando, a qué está jugando. Hoy, estamos muy apurados y tenemos poco tiempo para mirar en qué están nuestros hijos. Observar puede darnos claves.

-También existe el mito de que tocar el tema de la sexualidad tempranamente a los niños puede erotizarlos antes.

-Los medios de comunicación están llenos de erotización. El erotismo está dando vuelta en nuestra sociedad y los niños están viendo imágenes eróticas antes de que su aparato mental esté listo para aquello. Uno debe ir acorde a la edad. Hoy está todo muy adelantado. Hay estudios que demuestran que en los casos en que se ha hecho educación sexual, ya sea en los colegio o con talleres para padres, los hijos inician más tardíamente el encuentro sexual porque tienen más herramientas para controlar los impulsos.

«HAY QUE EDUCAR EN EL AUTOCUIDADO AMOROSO»

“Hace poco vi en mi consulta a una chica de 23 años que me contaba que desde sus 14 años tenía conductas muy promiscuas, de mucha confusión y soledad. Ahora, ya mayor, se da cuenta de las cosas autodestructivas que hizo. Como, por ejemplo, involucrarse en su primera relación sexual a los tres meses con un chico sin ningún cuidado. También se vinculó con hombres mayores y casados, sin ver el daño que ella misma se estaba causando. Hay mucha conducta autodestructiva de los jóvenes en torno a la sexualidad”, cuenta Viviana.

-¿Estas conductas pueden responder a un sentimiento de soledad o a falta de cariño por parte de sus propias familias?

-Esto va ligado muchas veces a la soledad y a la falta de conexión. Padres muy restrictivos pueden encontrarse con una conducta agresiva por parte del niño. Cuando los hijos son adolescentes deben tener límites, pero también espacios de transacción, donde los jóvenes puedan conversar, entender, ver y pensar. Hay que educar en el autocuidado amoroso.

-¿Quién es el más recomendable para abordar por primera vez con los hijos el tema de la sexualidad: la madre o el padre?
-Obviamente la cercanía de la madre con una hija mujer es más fácil, hay una empatía mayor. Lo mismo pasa con el padre y el hijo hombre, porque entre ellos hay una mayor identificación. Pero depende de cada caso, no hay una norma clara. Creo que lo más importante es la disponibilidad para abrir espacios de conversación.

-En un mundo tan hedonista como el actual, ¿no es muy difícil explicar a los jóvenes que el sexo debe estar ligado a los afectos? 
-Si bien la sexualidad tiene una cosa impulsiva y de deseo de goce, ésta requiere de un vínculo de confianza, amistad y cariño lo que la torna más enriquecedora. No se puede desconocer que un encuentro pasional también tiene placer, pero el respeto por uno mismo y por el otro es lo que hace la diferencia. No es extraño encontrar a jóvenes que se inician sexualmente con la primera pareja que los hace sentir un poco queridos, porque en su casa no son de abrazarlos o besarlos.

-¿Cómo evitar, entonces, que los hijos tengan una mala experiencia sexual que los pueda traumatizar o marcar en su vida?
-Es muy importante el grupo valórico al que se pertenece. Hay grupos en que hay más libertad y apertura en el tema erótico, y otros en que la virginidad sigue teniendo valor. Lo complicado es que muchas veces las jóvenes llegan a tener sexo anal u oral para no perder la virginidad. Ahí se produce una verdadera confusión. Para una relación sexual se requiere de un aparato mental y en una relación de tanta intimidad se requiere conocerse. Lo ideal es poder posponer lo más posible el deseo erótico, no desde el “cartuchismo” sino desde un cuidado amoroso. Hay que proporcionar a los hijos las herramientas necesarias para que ellos tengan una buena experiencia sexual, que es parte de la identidad.

-¿Qué pasa cuando los jóvenes comienzan a tener una vida sexual activa por temor al rechazo de sus pares o incluso de su misma pareja?
-La pertenencia al grupo es un aspecto muy importante de la adolescencia, y los más vulnerables están más expuestos a hacer cosas por el grupo al que necesitan pertenecer. Finalmente es la fragilidad de su autoestima lo que los lleva a tomar estas decisiones.

-A los padres les cuesta mucho asumir que sus hijas están teniendo relaciones sexuales. 
-Sí. Puede ser doloroso ver como los hijos crecen y toman decisiones propias, sin embargo hoy los tiempos han cambiado y hay que estar más cerca de ellos. El hilo no hay que cortarlo.



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