Los hijos vuelven a sus padres personas mucho más felices

Los hijos vuelven a sus padres personas mucho más felices

Publicado en EL MERCURIO

Las peleas y conflictos no aminoran el sentimiento:
Los hijos vuelven a sus padres personas mucho más felices

La alegría que produce conversar con ellos, verlos crecer y cuidarlos es mayor que otras que se experimentan en el día. Transmitir conocimiento y generar un sentido de trascendencia es clave.  
Margherita Cordano F Poco importan las pataletas, los conflictos en la adolescencia o que quieran hacer todo a su manera. Cuando a un padre se le pregunta por las cosas que lo hacen feliz, la respuesta suele centrarse en un solo punto: sus hijos. La frase, dice un grupo de investigadores de los departamentos de psicología de las universidades de Stanford, California Riverside y British Columbia, va más allá de una respuesta políticamente correcta.

«La paternidad tiene mucho que ver con la felicidad y un sentido de vida», dice Sonja Lyubomirsky, una de las autoras del estudio «En defensa de la paternidad: los niños se asocian más a la alegría que a la miseria», publicado en el último número de la revista Psychological Science.

«Al contrario de lo que se repite, la gente puede encontrar gran consuelo en el hecho de ser padre y cuidar a sus niños», comenta la psicóloga estadounidense, quien niega esa visión ‘trágica’ -padres siempre cansados y con poco ánimo- con la que hoy muchos asocian la paternidad.

El estudio analizó los estados de ánimo de personas con y sin hijos y vio cómo se sentían los primeros al compartir con sus niños. Según concluyeron, la felicidad que produce cuidar y generar conversaciones con ellos es más alta que los sentimientos que entregan otras actividades que no los involucran.

Asimismo, notaron que las peleas o enojos que a veces producen no eclipsan el orgullo y el sentido de trascendencia que provocan.

«El concepto de la felicidad tiene mucho que ver con tener relaciones cercanas significativas, una posibilidad que los hijos entregan. Con ellos, los papás sienten que la vida tiene un nuevo sentido, que se trasciende y que se contribuye a algo mucho mayor, como es prolongar la especie», explica Claudio Ibáñez, director del Instituto Chileno de Psicología Positiva.

«Aunque en un principio es un gran impacto (se duerme poco o se genera estrés), los costos inmediatos de la llegada de los hijos son compensados con creces cuando se analizan las reacciones positivas que trae el vínculo de crianza», agrega el especialista.

«Es una oportunidad para ver cómo crece lo que uno siembra; las enseñanzas, el cariño y todas las cosas que uno busca reparar de su propia infancia. Entregar aprendizaje es una cosa muy gratificante», indica Viviana Sosman, psicóloga clínica especialista en jóvenes y adultos.

Entre los padres más contentos destacan aquellos con un matrimonio estable y los de mayor edad. En ambos casos, se entiende que existe mayor estabilidad económica y redes de apoyo.

«Cuando se cuenta con cierta estabilidad y madurez emocional, los papás se sienten con muchas más herramientas para llevar cabo esta tarea. Una pareja con buena comunicación hace que existan menos temores y angustias», comenta Sosman.

La investigación mostró que los padres solteros son los que experimentan menos emociones positivas. En ellos es más común ver que existe una sobrecarga de tareas. «En este caso, los placeres de la paternidad pueden ser contrarrestados por el aumento de la responsabilidad y las tareas del hogar», se lee en el estudio.

Por su parte, los padres adolescentes se muestran menos felices porque no han alcanzado total madurez, concluyen los investigadores.

La visión del otro lado»No tener hijos no significa estar condenado a una vida infeliz», comenta Claudio Ibáñez, del Instituto Chileno de Psicología Positiva. Según indica, las fuentes de alegría se dan de muchas formas, lo que explica por qué el sentido de trascendencia puede también encontrarse en las vocaciones religiosas o que la idea de traspasar enseñanzas sea algo que nazca en las actividades de voluntariado. «Pensar que son cosas exclusivas es hacer una mala lectura», indica el especialista.



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