Entrevista en Emol sobre Sexualidad Adolescente

Entrevista en Emol sobre Sexualidad Adolescente

Entrevista a Viviana Sosman en Emol. Junto a otra especialista hablan sobre las posibles consecuencias de que ellos adelanten su primera vez y animan a los padres a guiarlos amorosamente sin ser indiscretos.

 Es un hecho. Con mayor frecuencia en el país, los jóvenes a partir de los 14 años inician su vida sexual o, al menos, tienen su primer encuentro sexual.

Una situación que preocupa, porque la sexualidad es un fenómeno complejo que requiere mucho más que el deseo de tener intimidad con alguien.

«Entre los 14 y los 17 años, las aproximaciones hacia la sexualidad con el sexo opuesto en general son angustiosas e incompletas, cargadas de duda y confusión, incongruencias y contradicciones», revela Viviana Sosman, psicóloga clínica especialista en adolescentes.

Lo que ocurre, explica, es que muchas veces los jóvenes confunden el deseo sexual con la necesidad de sentirse acogidos, queridos, reconocidos, escuchados.

«Ellos mismos admiten que lo que necesitaban era mayor cercanía y afecto, tanto de sus amigos como de sus padres, y asumen que se equivocaron cuando buscaron su valoración a través de un encuentro sexual», detalla.

Como consecuencia, Viviana Sosman dice que es frecuente que surjan enamoramientos apasionados e idealizados, pero también que aparezcan las primeras grandes desilusiones.

Las causas serían creer que se está fundido con el otro, tal como suele ocurrir en la experiencia erótica, pero que como es sabido esa unión sólo se construye a través del tiempo y no en los primeros encuentros.

Además, indica que entre los adolescentes produce mayor placer contar en grupo lo ocurrido, que valorar la vivencia con la pareja.

Falta desarrollo emocional

En este contexto, se habla de que las principales características de la adolescencia temprana y media serían la impulsividad, la falta de madurez y análisis para prever las consecuencias de sus actos.

Sin embargo, por un tema cultural y valórico, las más dañadas con las primeras incursiones sexuales son las niñas, de acuerdo a lo que explica Verónica Gaete, pediatra especialista en adolescencia y presidenta de laCorporación Ser Joven.

Las razones que indica son porque ellas no estarían preparadas para escoger el momento ni el compañero adecuado. Esto implica vivir experiencias negativas, que quedarían suspendidas en la psiquis de las jóvenes sin ser integradas a su emocionalidad lo que impediría su desarrollo sano.

Mientras tanto, en los hombres no hay mayor problema ni reflexividad, solo satisfacción de su impulso sexual con experiencias gratificantes.

«Hay un doble estándar en este tema. Los papás al saber que el joven tiene relaciones sexuales se ocupan solo que use condón y les llaman ‘hijo de tigre'», dice.

«En cambio, para las niñas el mensaje es siempre negativo, por el riesgo de embarazos no deseados y por el contagio de enfermedades de transmisión sexual», agrega.

La doctora Gaete, con 23 años de experiencia en adolescentes, asegura que existe un mensaje externo que les inculca que «no deben» y, por lo tanto, la vivencia cuando ocurre está llena de culpas y vergüenza.

«Nunca he escuchado a las adolescentes que digan que lo pasan bien, es muy poco gratificante, quedan a medio camino entre goce, curiosidad, culpa, vergüenza y con el peso de que hicieron algo que no debían», asegura.

Manejar el impulso

Sin duda que en la adolescencia hay un despertar hormonal intenso, comenta Viviana Sosman. Una necesidad de satisfacción sexual, por lo que la labor de los padres es enseñarles a cómo administrar ese deseo, sin negar el impulso. La idea es que ese despertar sea amoroso y preserve la salud mental de los adolescentes.

«Tienen que aprender a hacerse cargo de lo que sienten e ir manejándolo, darse besos, caricias y entender el por qué la necesidad de postergarlo hasta una edad más madura, donde el tener este encuentro no genere culpas ni angustias», aconseja.

En ese sentido, alienta a no saltarse las primeras exploraciones de la sexualidad, como la masturbación que forma parte del desarrollo de cualquier persona. «Aprendo con mi cuerpo para luego empatizar con el cuerpo de otro».  Algo básico, pero que se olvida.

Porque si se quiere gozar de una sexualidad de calidad, afirma la psicóloga, requiere de este trabajo previo, de siembra y cosecha, y no como muestran en las películas donde la sexualidad es idealizada.

«Es rápida, fugaz y siempre una buena experiencia. Lo mismo que en la pornografía, los jóvenes que la están consumiendo mucho, se excitan rápidamente y frente a su corporalidad se sientan disminuidos. Además, la sexualidad por internet no ayuda, deshace los vínculos y mutila las posibilidades de vivir experiencias nutritivas», reflexiona.

Sin prohibir

No se trata de impedir que tengan sexo, sino de instalar en sus mentes que la sexualidad es una experiencia de confianza, conocimiento y amistad con otra persona, que requiere de una cierta preparación y contar con una adecuada tranquilidad, según alienta la psicóloga Viviana Sosman.

Por esto advierte que si la hija o el hijo mantienen pololeos largos, será inminente que hay un deseo de intimidad. «Entonces tienes que llevarla al ginecólogo y darle las herramientas preventivas en términos de salud sexual. Ellos agradecen la honestidad de los padres si no es intrusiva».

Asimismo, la doctora Gaete llama a los padres a ayudar a sus hijos a reflexionar sobre la importancia de que el iniciar su vida sexual sea una decisión voluntaria de ellos y no una reacción frente lo que están viviendo, «que me fui en la volada, me tomé unos copetes y no me di cuenta».

El objetivo será que la experiencia sexual sea lo más positiva posible, ya sea en términos de gratificación sexual como en término afectivos de pareja. Y que además, se dé como resultado de una evaluación previa sobre las posibles consecuencias emocionales, sociales y valóricas.

«Ojalá que no olviden preguntarse si están preparados para hacerlo y que cuando lo decidan, sea dentro de una relación de amor, confianza, respeto, valor, donde no corran riesgos y su intimidad esté resguardada», sintetiza la doctora Verónica Gaete.



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