Nuestro país es uno de los países con más altos índices de personas que sufren depresión en Latinoamérica. La cifra asciende a un veinte por ciento de la población, y según El Ministerio de Salud, un alto porcentaje corresponde a mujeres.

Estas cifras aumentan con la llegada de la primavera. Y aunque sea una estación en la cual los cambios influyen positivamente en el ánimo de la mayoría de las personas, lamentablemente para aquellos con tendencia depresiva, esta época constituye el inicio de un período de significativo desánimo. Vemos que aumentan las ideas de muerte y suicidio, por eso en esta etapa del año se habla de depresión primaveral.

Si bien no están determinadas las causas exactas, se cree que el mayor responsable de este trastorno es la luminosidad. Parece que el cambio de estación y de floración, junto con una mayor luminosidad, hace que algunas personas con antecedentes familiares y enfermedades pre existentes de depresión, se sientan mal, no se adapten, el medio les resulte hostil y se depriman.

Existen otros factores que también pueden generar una depresión, no necesariamente relacionada a una estación del año. Así por ejemplo, esta enfermedad suele darse ante la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad delicada, problemas importante con la pareja o separación de ésta, fracaso en los estudios o en el trabajo, luego del nacimiento de un hijo o en los meses posteriores. Igualmente, puede ocurrir que a la persona afectada le resulte difícil entender qué evento precipitó este estado.

Una depresión puede manifestarse con síntomas agudos, leves o moderados. Es muy importante entender que una detección temprana disminuye la posibilidad de desarrollar una depresión severa. Mientras antes se detecte la enfermedad, la recuperación y el tratamiento son más favorables, con lo que se beneficia tanto el paciente como su entorno (hijos, pareja, familiares más cercanos, mundo laboral.).

¿Cómo reconocer una depresión?

En la consulta las pacientes con depresión plantean: ”me cuesta levantarme”,  “estoy como agotado/a, me resulta un esfuerzo arreglarme”, ”estoy muy irritable”, “los pequeños detalles y quehaceres de la vida se me hacen difíciles”, “no tengo energías para cuidar a mis hijos”, “siento que he fracasado”,  “me cuesta mucho concentrarme”, “ siento culpa por todo”, “ me quiero morir ya no aguanto más”… Estos son algunos de los sentimientos que permiten pensar que la persona está cursando una depresión.

Esta enfermedad se manifiesta muchas veces como un estado de profunda melancolía, con pérdida de la capacidad de goce y del interés en distintas actividades, incluyendo el sexo. Se  desarrollan sentimientos de culpa, irritabilidad, de minusvalía y tristeza, auto depreciación y frecuente autocrítica. Así como ideas de muerte y pensamientos suicida. Se pueden experimentar fuertes montos de angustia, disturbio del sueño (insomnio o hipersomnia), cambios en el apetito y/o el peso, estreñimiento, dificultades de la atención y la concentración.

Es importante saber que el uso exclusivo de medicamentos antidepresivos como única vía para salir de la depresión no es recomendable, se requiere también de una psicoterapia que permita elaborar y comprender el motivo de ésta.

Contar con un profesional, alguien ajeno a la familia, que pueda entender los difíciles sentimientos de autor reproche, muerte e incapacidad que genera la depresión es fundamental.

Se requiere de un lugar privado para sentimientos complejos que muchas veces generan vergüenza. Un territorio propio para decir las cosas, que no se pueden expresar en ninguna otra parte. Un otro que te pueda contener, que no se desarme y sepa lidiar con esta enfermedad.

Lamentablemente, a pesar de todos los avances, en nuestro país, aún existe un gran desconocimiento respecto de las enfermedades psiquiátricas y psicológicas, algunos consideran la depresión como un capricho, una debilidad del carácter, flojera o regalonería, lo cual está muy lejos de la realidad. Nadie se deprime por voluntad!

La depresión no es un simple estado de ánimo que genera tristeza, ni un estado ante el cual la persona pueda sobreponerse sólo con voluntad. Sin un tratamiento adecuado los síntomas pueden durar semanas, meses o años.