28 Mar Insisto no somos perfectas y nuestros hijos tampoco
Me sigue llamando la atención, la necesidad de perfección que tenemos, buena madre, buena, esposa, buena amante, excelente profesional, inteligente, buenamoza, y la lista sigue y sigue.
Es imprescindible que nos hagamos cargo de que NO SOMOS PERFECTAS, hacemos lo que podemos con los recursos que tenemos. Nuestros hijos también, tienen que aprender a lidiar con sus defectos, pero para ello requieren de una mamá que pueda aceptar tanto las propias limitaciones, como las de los demás.
Si seguimos aspirando a la excelencia estamos capturadas en nuestra propia cárcel. Esclavas de nuestras propias exigencias y pidiéndole a los demás que cumplan con nuestros ideales de perfección. Que los hijos estén sanos, rindan bien en el colegio, tengan muchos amigos, no tengan problemas de aprendizaje, tengan claro lo que quieren estudiar, y si alguno de esos ítems falla, nos cuesta aceptar que ellos tampoco son perfectos ni hechos a nuestra medida.
Pretender que todo ande bien, es un anhelo imposible. Somos incompletas tenemos grietas y fallas. Nos equivocamos, nos confundimos, no tenemos todo claro y esa es nuestra realidad. Desde pequeñas hemos sido educadas para ser de una determinada manera. Existen en nuestra mente una serie de representaciones, imágenes y valores, a los que somos muy fieles. En general, la mujer y madre que tenemos en la mente es una madre idealizada y omnipotente, que puede con todo. Esta creencia puede transformarse en un juez interno muy exigente y cruel. El reto es hacerlo lo mejor posible, de acuerdo a nuestra manera de ser y circunstancias actuales.
Si como mamás no nos permitimos cometer errores y estamos siempre sintiendo que tenemos que hacer las cosas de manera óptima, sin permitir equivocaciones ni en nosotros, ni en nuestros hijos y pareja, se crea una tremenda exigencia al interior de la familia.
Las madres, los padres e hijos podemos sentirnos muy culpables por no estar cumpliendo con los ideales sociales de los respectivos roles. Necesitamos atrevernos a ir definiendo desde lo interno como queremos asumir nuestros distintos roles y ayudar a nuestros hijos a que se puedan conocer y descubrir como ir viviendo los de ellos. Los parámetros tienen que irse construyendo desde adentro. En estos tiempos no es posible calzar en un formato, hay muchas maneras de hacer las cosas, cada uno tiene su estilo y ritmo propio. Las relaciones están en permanente reconfiguración, es necesario sobrellevar amorosamente los errores y las caídas que son parte del aprendizaje.
Espero esta pequeña reflexión pueda aportar, estamos en contacto.