Compararse es estéril

Compararse es estéril


¿Te imaginas que un roble se comparara con un bambú? Te llamaría la atención o a lo menos lo encontrarías ilógico, ¿no?

Pasa lo mismo cuando nos miramos y comparamos con otros. «El pasto es más verde en el otro jardín.»

Somos seres únicos y diversos, valorar que mi nariz puede ser la mejor para mi cara o que mi inteligencia tiene un componente que me diferencia del resto, no es tarea fácil.

Claramente, conocerse no es sinónimo de mirarse largas horas en el espejo, tampoco es preguntarle a los otros qué opinan de nosotros mismos. Así como no es el resultado de las felicitaciones o las críticas que recibimos.

Encontrarnos con nuestra verdadera SINGULARIDAD, es parte de un proceso maravilloso en el que es necesario ir más allá de la vergüenza y las autocríticas, más allá incluso, de las comparaciones.

Es mirarse en silencio y ver qué hemos conseguido, quiénes nos acompañan, cómo nos sentimos por las mañanas y por las tardes. Cómo queremos y nos dejamos querer. Es mirar un programa de nosotros mismos, donde los protagonistas son nuestras emociones, sentimientos y pasiones.

Comparase puede convertirse en un vicio que nos lleve a desaprovechar nuestra legítima esencia, bajar nuestra autoestima
y perder de vista que: somos seres únicos e incomparables!

Anímate a a valorar lo que eres y tienes, para disfrutarlo con confianza y pasión. Nada más liberador que darle curso a tu singularidad.



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