El respeto por la diversidad

El respeto por la diversidad

Después leer en Qué Pasa la emotiva historia de  Alessia, una ingeniera transgénero que desde su infancia “rezaba para ser una niña”, no podemos seguir con los ojos tapados. A punto de cumplir 36 años y a cargo de una jefatura en sistemas en Cencosud, Alessia —entonces aún Alejandro— decidió transformar su nombre y apariencia de hombre a mujer, acorde a su identidad y sentimientos. Entonces pasó por un complejo proceso de transición de género: comenzó hablándolo con su señora, y después con su jefa y subalternos. Su empresa es una organización de más de 140 mil personas, en la cual están declaradas políticas de inclusión que hablan de identidad de género, pero no existía un protocolo definido para actuar en un caso de transición como el suyo. La estrategia que tomaran sería  un importante precedente, por si luego venían más casos como el de Alessia.

 

Esta valiente ingeniera nos muestra la necesidad que tienen las personas transgénero de vivir públicamente, y trabajar con transparencia y dignidad. Antes de hacer su transición, la perseguía el miedo a ser rechazada y despedida, y tenía motivos: actualmente, nueve de cada diez personas trans no acceden al trabajo formal en Chile, muchos abandonan el colegio por el fuerte rechazo del que son víctimas, y les resulta muy difícil insertarse laboralmente. Ser transgénero es una situación muy difícil de asumir, tanto desde lo privado e íntimo, como desde lo público. Las personas se avergüenzan y sufren; están expuestas constantemente a la humillación, la exclusión y al desprecio.

 

La realidad de las personas trans es muy poco conocida en Chile, y suele ser confundida, de forma errónea, con la homosexualidad. Ser transgénero no tiene ninguna relación con la orientación sexual: el hecho de sentirse de un determinado género —hombre o mujer— no está vinculado con la preferencia por personas de igual o distinto sexo. ¿Cuántas personas trans existen en nuestro país y el mundo? En  Chile no hay ningún estudio que dé luces claras sobre el porcentaje de población que se identifica como transgénero, y a nivel mundial tampoco hay datos concluyentes. Una de las cifras de referencia es la que dio el gobierno holandés: por cada 11.900 hombres, uno se considera como mujer trans, y de 30.400 mujeres, una de ellas se identifica con identidad masculina.

 

Chile está viviendo una significativa transformación social, cultural y sexual, y la exitosa transición de Alessia lo ejemplifica, pero aún queda mucho por hacer. Todavía nos cuesta aceptar lo distinto: muchas veces, los seres humanos reaccionamos con miedo ante lo ajeno, somos invadidos rápidamente por prejuicios, lo inusual nos hace sentir angustia y tendemos a estigmatizar, juzgar, y patologizar con mucha facilidad. Las investigaciones han demostrado que las personas trans tienen una mayor propensión al suicidio, pero no necesariamente a causa de su identidad de género: el problema es la discriminación social y laboral, que provoca daño a la autoestima, depresión, soledad y dolor.

 

Por eso, es importante entender que, independiente de nuestras ideas, las personas trans merecen ser respetadas y vivir según su propia singularidad. La diferencia no puede seguir siendo objeto de discriminación y rechazo. Creo que este caso abre una puerta para construir una sociedad más respetuosa, un Chile más diverso e inclusivo.

 

 



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